«Bohemian Rhapsody»: en el comentario de Sebastián Medina

728

«Bohemian Rhapsody» está lejos del nivel que tiene la obra maestra a la que le arrebata su nombre. Carece del relato épico que contiene esa canción de 1975, a pesar de ser una película enfocada en una de las bandas más gigantescas del Siglo XX. Se siente apresurada. No deja digerir mucho las escenas y se alinea más con presentar una sucesión de momentos determinantes, que una progresión dramática camino a un clímax. Es como un trámite pasajero y rutinario, sin mucha enjundia.

Esta película que dejó a medias Bryan Singer y que completó Dexter Fletcher parece extremadamente simplificada como para tener personajes tan complejos. La figura central es sin duda Freddie Mercury, pero en esa gestión prácticamente se desperdicia a todos los demás: músicos con formación académica lo suficientemente intrigantes opacados por un vocalista rimbombante. Las mujeres, las esposas, son prácticamente decorativas, salvo por la eterna amiga de Mercury; los lazos familiares son superficiales y, a excepción de contados detalles, se toman a la ligera. El proceso creativo es disminuido y cualquier atisbo de exploración fuera de los márgenes de los antojos del carismático líder no tiene mucha cabida.

Se echa de menos el indagar en orígenes de melodías y letras. Hay escenas en que las líricas aparecen de la nada, como epifanías. Con la misma despreocupación, se pierde espacio para explorar la homosexualidad del protagonista, sus conflictos y consecuencias. Todo se oculta en burlescas miradas coquetas, porque no se atreven a más. La película es lo suficientemente conservadora para no dañar sensibilidades.

Qué grandes oportunidades perdidas, cuando los discursos tenían mucho más potencial, sobre todo cuando existe una actuación tan atractiva y embriagante como la que entregó Rami Malek para Mercury. El hombre se luce, explota todo su talento camaleónico tal como lo hizo en Mr Robot o como lo continúa poniendo en práctica en la otra película que tiene en cartelera: Papillon.

Malek es lo más poderoso de la película, junto con las irrupciones de “Love of my Life”, “Another One Bites The Dust”, “We will Rock You”, “We Are The Champions” y la misma “Bohemian Rhapsody”. La larga lista de éxitos reconocibles es indudable y, aunque su revisión sea casi anecdótica, son el artilugio con que esta película engañará para conquistar espectadores.

Positivo es que quizás la película sea una puerta de acceso a Queen, para las nuevas generaciones. Sin embargo, sinceridad ante todo:  Bohemian Rhapsody es ultra cuidadosa al seguir las pautas de una fórmula genérica y es muy correcta para conquistar a un público masivo que no se ofenda, escondiendo las carencias de su narrativa con incombustibles hits musicales.

 

Sebastián Medina M.
Comentarista de Cine y TV