Da la impresión de que un alienígena con perfil amenazante, que aprende en la simbiosis con su huésped humano, siempre le ha parecido una idea sin mayor valor a los ejecutivos de Sony y, por lo mismo, no hay mayor esfuerzo en sacar adelante un argumento sólido en torno al personaje, porque en #Venom el trabajo de la historia es lo más penoso.
Esto es como cuando eres niño y te armas tu propia historia para jugar con tus figuras articuladas. Identificas a un representante del bien y a otro como el artífice del mal. Entonces, en tu imaginación los haces entrar en conflicto, los haces enfrentarse, porque de lo contrario se vuelve aburrido y se acaba el juego.
Eso es lo que pasa en #Venom: protagonista y antagonista entran en choque sólo porque se reconocen como fuerzas opuestas, y sería todo. No hay sustancia, poco y nada alimenta su pugna. Sus historias tienen ataduras extremadamente débiles. Todo parece demasiado simple en comparación con las exploraciones que se han hecho actualmente en las adaptaciones de cómics. Hay poco en riesgo y esto avanza hasta un enfrentamiento concluyente, sólo porque el metraje tiene que terminar en algún momento; no porque se cumplan objetivos contundentes o siquiera definidos.
Y, como es de esperarse, la escena final es un desastre completo. El enfrentamiento no luce a los simbiontes y todo termina siendo una amalgama entre ambos, enrollados en una oscuridad y velocidad que torna todo absolutamente confuso y poco atractivo. Saltan chispas, algo explota, parece que tienen que detener algo, ¡no interesa! súmenle una mención a la kriptonita… ¿Es en serio? porque hasta el humor está mal aprovechado.
Además, ¡qué desperdicio de buenos actores! Ni la presencia de reconocidas figuras insufla algo de alma a la película, porque los personajes no provocan ni la menor empatía, son asépticos, nada los vulnera y sus reacciones parecen falsas. No creo que sea lo peor de Hardy, si es por eso está «This Means War»; sí es punto extremadamente bajo para Riz Ahmed y Michelle Williams. El diseño del simbionte está mejor que la vez anterior y, si somos sinceros, ese es el gran potencial del personaje; pero aún así se siente fuera de lugar. Los efectos especiales digitales no lo hacen ver inmerso en la ambientación de la película, ya sea por formas, delineamientos e incluso su iluminación.
No quiero ser tan pesimista, pero está difícil. Aquí va una positiva: si hubiesen potenciado la relación entre “parásito” y Eddie, quizás las cosas habrían ido mejor, porque algo de dinámica se ve ahí, pero no la suficiente.
PD: La escena post créditos es una burla, así que avisen cuando podamos hablar de la ridícula peluca colorina.
Sebastián Medina M.
Comentarista de Cine y TV